miércoles, 14 de julio de 2010

miércoles, 7 de julio de 2010

Los de mente débil





Debilidad mental es la capacidad extraordinaria de racionalizar las circunstancias, los atenuantes y los pretextos que borran la responsabilidad moral. Es sentimiento de autocompasión y auto justificación. Es dejar pasar, y luego, buscar en la mente la razón perfecta para no haber hecho nada. Es vivir en el pasado, recordando constantemente esas circunstancias en las que actuando con valor se hubiera hecho lo correcto, pero con gran agilidad la razón dice: “haz hecho lo correcto; no valía la pena; era muy peligroso; tienes una vida hecha, ve por lo seguro”.

Esa satisfacción en sentirse mimados por ellos mismos es en lo que decaen los de mente débil, son incapaces de cualquier sacrificio, y menos aún de soportar los infortunios de la vida, por esto es que jamás se verán salir de las rutinas de la vida, donde se sienten perfectamente protegidos. Nunca van contra corriente y pretenden vivir una eternidad con el resto del ganado, entre quienes se sienten cómodos, pues hablan el mismo idioma. Entre ellos todo es razón, todo es costo y beneficio, todo es utilidad. Nunca se habla de un Yo, de empuje, voluntad o de destino y propósito, sino de un tibio nosotros en el entorno de las masas y su inercia inexorable por la que se dejan arrastrar.

Al de mente débil, la razón le dice que no hay persona mejore que él, pero cuando se topa con un hombre de voluntad baja la mirada, y si su orgullo y amor propio son muy grandes comienza el ataque: “eres de mente débil”; proclama furibundo evidenciando la marca que lo tortura, ese querer y no poder mueve su envidia, su razón, su bendita razón se ve nublada por ésta y no alcanza a comprender que es valor lo que le falta, que es valor también lo que en otros parece locura, y que es valor lo que su corazón reclama por encima de la razón.

sábado, 3 de julio de 2010

EL INDIVIDUO, LA MASA DEMOCRÁTICA



En democracia, todas las personas son por sí mismas pequeños individualistas, muy pequeños, sin talento ni profundidad; pero precisamente por ello están poseídos de la necesidad convulsiva de tener razón, y odian por eso la superioridad de los más grandes. Este anti individualismo, este rechazo a las grandes personalidades es la moda teórica del momento, y por miserable que sea este tipo de ingenio, es del único que pretenden imbuirnos los grandes emperadores de la democracia, consientes que en esta tierra manan restos de sangre primitiva y envidia. Gente de voluntad indesarrollada, es librada de la tortura de los inferiores. Quien no entraña valor para ser martillo, tiene que resignarse a ser yunque, lo cual tiene su comodidad.
La felicidad del alma de lacayo en verse libre de las preocupaciones del señor; el impulso a ser redimido de la propia voluntad; el odio al individualismo por cobardía y vergüenza. Es todo esto de lo que se nutren las cabezas de este imperio mundial llamado democracia, han cumplido el arrasamiento de los cerebros; ahora se piensa “en masa” y se siente “en masa”. El que no piensa como todos y sí por su cuenta es tomado como adversario y temido; es un “LOCO”.
La masa en lugar de la divinidad es en lo que se abisma el “yo” inerte, estúpido y enfermo de todo tipo de inhibiciones, es este el individualismo en pequeño, la insignificancia diluida en lo infinito.
Pero nuestro estilo, el estilo de los hombres del destino, es el doblegarse de un vigoroso ”yo” ante un gran deber y una gran misión , un acto de dominio de sí mismo, y en este sentido el máximo individualismo de que el presente es capaz.
Si hay en el mundo algo que sea individualismo, es este desafío del individuo al mundo entero, la conciencia de una voluntad inflexible, el gozarse en las últimas decisiones y el amor al destino, incluso en el instante mismo en el que se estrella contra él, es el valor del sacrificio. Quien no tiene un “yo” que sacrificar no debería hablar de fidelidad a un jefe, no hace mas que correr detrás de alguien sobre el que ha echado la responsabilidad.
Si algo debiera asombrar hoy es la miseria del ideal democrático con el que se quiere redimir al mundo. Esto no es una liberación de los poderes del pasado, es la continuación de sus peores tendencias. Es cobardía frente a la vida, es democracia.