sábado, 3 de julio de 2010

EL INDIVIDUO, LA MASA DEMOCRÁTICA



En democracia, todas las personas son por sí mismas pequeños individualistas, muy pequeños, sin talento ni profundidad; pero precisamente por ello están poseídos de la necesidad convulsiva de tener razón, y odian por eso la superioridad de los más grandes. Este anti individualismo, este rechazo a las grandes personalidades es la moda teórica del momento, y por miserable que sea este tipo de ingenio, es del único que pretenden imbuirnos los grandes emperadores de la democracia, consientes que en esta tierra manan restos de sangre primitiva y envidia. Gente de voluntad indesarrollada, es librada de la tortura de los inferiores. Quien no entraña valor para ser martillo, tiene que resignarse a ser yunque, lo cual tiene su comodidad.
La felicidad del alma de lacayo en verse libre de las preocupaciones del señor; el impulso a ser redimido de la propia voluntad; el odio al individualismo por cobardía y vergüenza. Es todo esto de lo que se nutren las cabezas de este imperio mundial llamado democracia, han cumplido el arrasamiento de los cerebros; ahora se piensa “en masa” y se siente “en masa”. El que no piensa como todos y sí por su cuenta es tomado como adversario y temido; es un “LOCO”.
La masa en lugar de la divinidad es en lo que se abisma el “yo” inerte, estúpido y enfermo de todo tipo de inhibiciones, es este el individualismo en pequeño, la insignificancia diluida en lo infinito.
Pero nuestro estilo, el estilo de los hombres del destino, es el doblegarse de un vigoroso ”yo” ante un gran deber y una gran misión , un acto de dominio de sí mismo, y en este sentido el máximo individualismo de que el presente es capaz.
Si hay en el mundo algo que sea individualismo, es este desafío del individuo al mundo entero, la conciencia de una voluntad inflexible, el gozarse en las últimas decisiones y el amor al destino, incluso en el instante mismo en el que se estrella contra él, es el valor del sacrificio. Quien no tiene un “yo” que sacrificar no debería hablar de fidelidad a un jefe, no hace mas que correr detrás de alguien sobre el que ha echado la responsabilidad.
Si algo debiera asombrar hoy es la miseria del ideal democrático con el que se quiere redimir al mundo. Esto no es una liberación de los poderes del pasado, es la continuación de sus peores tendencias. Es cobardía frente a la vida, es democracia.

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