Iniciar empresas grandes, demanda un arduo trabajo, un constante esfuerzo por la auténtica renovación. Demanda ser como un río; seguir el camino de nuestros mejores tiempos, tiempos de grandeza, pero tener siempre nuevas aguas, nuevas formas y mejores. Además, se requiere una gran seriedad, de una verdadera seriedad. No basta poner la cara seria, pues no todo lo que se hace con cara seria es razonable.
Es así como ha de ser nuestro comportamiento: nos hemos de someter siempre a la idea y no al hombre, al bien del conjunto y no al bien del individuo. Pero la idea tiene que ser original, nacer de las entrañas de nuestra Nación. Debe ser auténtica y realizable, de lo contrario esta idea esta destinada al fracaso, aún cuando esta idea haya encontrado refugio en los mejores hombres.
Debemos vivir una vida áspera, severa y austera, evitando las comodidades, el lujo y la frivolidad, pues esto es lo que ha hecho que los pueblos se precipiten hacia la decadencia. Nuestra vida debe ser un constante sacrificio, extirpando de nosotros el ansia desordenada de placeres y de riquezas materiales.
Para los más, el principal incentivo para la acción es el interés personal. Este interés es la expresión de los instintos animales del hombre. Solo aquel que logra superar estos sentimientos esta llamado a contribuir en la grandeza de su Patria, sea cual fuere su actividad productiva, puesto que ningún trabajo debe ser considerado vergonzoso si contribuye a la grandeza Patria.
Es necesario alejarse de los holgazanes, de los vanidosos y de los deshonestos. Estos son la carroña que ha quedado de los pueblos que han caído en desgracia. Los hechos recientes indican que México se aproxima al colapso y es por eso que necesitamos iniciar esta gran empresa, esta renovación nacional. Tenemos que reconstruir la Patria grande que alguna vez tuvimos sobre las ruinas de hoy, pero teniendo cuidado de no arrastrar con esto lo mejor de nuestras tradiciones y perdernos en vaguedades.
La indiferencia no debe prevalecer en nosotros. Tenemos que ser participes de los problemas de nuestros compatriotas. Nunca más permitiremos que nuestros hermanos escupan sangre en beneficio de los acomodados y convidados del pueblo. Hemos de erradicar de nosotros la conveniencia a toda costa.
Los traidores no tienen lugar en la nueva Patria. No se puede tener consideraciones hacia ellos. Los traidores han sido siempre el talón de Aquiles de las grandes civilizaciones, de las grandes empresas y de los mejores movimientos de la historia humana. Es preferible tener enemigos declarados a permitir la existencia de traidores.
Pongámonos de píe y despertemos pues de este letargo en que nos tiene sumidos el actual sistema democrático. Luchemos juntos por la grandeza de México, cada cual desde su puesto, porque ningún esfuerzo es pequeño ni despreciable cuando se lucha por la Patria. Alcemos nuestra espada y luchemos por lo que es nuestro, por la unidad nacional y por la soberanía de nuestra Nación. Entreguémonos por completo a esta empresa grandiosa y demos todo por la Patria, ofreciendo lo único que tenemos: nuestras vidas.
Debemos vivir una vida áspera, severa y austera, evitando las comodidades, el lujo y la frivolidad, pues esto es lo que ha hecho que los pueblos se precipiten hacia la decadencia. Nuestra vida debe ser un constante sacrificio, extirpando de nosotros el ansia desordenada de placeres y de riquezas materiales.
Para los más, el principal incentivo para la acción es el interés personal. Este interés es la expresión de los instintos animales del hombre. Solo aquel que logra superar estos sentimientos esta llamado a contribuir en la grandeza de su Patria, sea cual fuere su actividad productiva, puesto que ningún trabajo debe ser considerado vergonzoso si contribuye a la grandeza Patria.
Es necesario alejarse de los holgazanes, de los vanidosos y de los deshonestos. Estos son la carroña que ha quedado de los pueblos que han caído en desgracia. Los hechos recientes indican que México se aproxima al colapso y es por eso que necesitamos iniciar esta gran empresa, esta renovación nacional. Tenemos que reconstruir la Patria grande que alguna vez tuvimos sobre las ruinas de hoy, pero teniendo cuidado de no arrastrar con esto lo mejor de nuestras tradiciones y perdernos en vaguedades.
La indiferencia no debe prevalecer en nosotros. Tenemos que ser participes de los problemas de nuestros compatriotas. Nunca más permitiremos que nuestros hermanos escupan sangre en beneficio de los acomodados y convidados del pueblo. Hemos de erradicar de nosotros la conveniencia a toda costa.
Los traidores no tienen lugar en la nueva Patria. No se puede tener consideraciones hacia ellos. Los traidores han sido siempre el talón de Aquiles de las grandes civilizaciones, de las grandes empresas y de los mejores movimientos de la historia humana. Es preferible tener enemigos declarados a permitir la existencia de traidores.
Pongámonos de píe y despertemos pues de este letargo en que nos tiene sumidos el actual sistema democrático. Luchemos juntos por la grandeza de México, cada cual desde su puesto, porque ningún esfuerzo es pequeño ni despreciable cuando se lucha por la Patria. Alcemos nuestra espada y luchemos por lo que es nuestro, por la unidad nacional y por la soberanía de nuestra Nación. Entreguémonos por completo a esta empresa grandiosa y demos todo por la Patria, ofreciendo lo único que tenemos: nuestras vidas.
2 comentarios:
Cuando fue que tuvimos esa gran patria?
Anonimo 18 mzo:
Fue cuando eramos dueños de los mares del Pacifico y del Atlantico, cuando el peso era moneda corriete por todo el mundo, y los piratas se metian a nuestro golfo a saquear y robar...eso fue hace 200 años
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